Archivo | Todos tenemos una misión (parte 2) RSS feed for this section

Todos tenemos una misión (parte 2)

24 Jun

BOOOOOOOOOOOOMMMMMMM…

La gorda Luisella reventó la silla donde estaba sentada y todos nos matamos de risa. Verla caer fue para mi fue la venganza de aquella broma estúpida que hizo de mi nombre.

– A ver pues gorda, ahora ríete de mi nombre – pensé

– Tonto !no te rías! no ves que se ha caído feo – Dijo Lorena.

– ¿Estás bien gordis?, no hemos tomado nada y ya estás zampada.

– Me duele, me duele.

– ¿Qué te duele? – dijo Carlos.

– Mi pie, creo que se está hinchando.

– No seas pendeja, gorda – pensé- así es tu pie.

– No tranquila, ahorita se te pasa- dije en voz alta. Siéntate aquí (le di mi silla esperando que no la reviente también)

– Que lindo Coqui, gracias, dijo la gorda.

Fue en ese momento cuando vimos a mi primo Carlos que estaba en el suelo retorciéndose  y brincando como si fuera un pescado recién sacado del mar.Todos nos reímos a carcajadas.

– Idiota no te burles dijo la gorda, me caí horrible.

Todos nos reímos pensando que Carlos estaba imitando a la gorda que también se había retorcido como chancho en un charco.

– Ya no jodas -dijo Lorena.

– Sí, ya párate huevón que estás haciendo roche, le dije.

Pero Carlos no se levantaba, y más aún seguía, revolcándose en medio del piso mojado por la chelas y la ceniza negra que empezaba a ensuciarle toda la ropa.

Ese chico esta convulsionando- dijo una choclona medio borracha con las greñas revoloteadas.

Fue en ese momento cuando recordé aquel día en que cumplí 8 años y Carlos casi se muere por una convulsión. Aquella vez los médicos nunca pudieron decirnos que cosa le había pasado, solo que había sido un milagro que salga vivo.

Cuando escuche a la chola me puse frío. Me congelé del miedo de pensar que el primo, que era casi como mi hermano, muriera.

Lorena lloraba.

Lola gritaba – llamen a una ambulancia sapos de mierda. Yo no me movía y lloraba mientras me jalaba los pelos de desesperación sin saber que hacer.

Pero fue la gorda adolorida de Luisella la que tomo acción.

Huevona tranquila -le dijo a Lola- llama a una ambulancia, a los bomberos, acuérdate es 1 -1- 6. Coqui tranquilo, es una ataque de epilepsia, a mi hermanito también le da. Yo sé como ayudarlo. !Cálmate!

Yo estaba como loco, era como estar en una estado de hipnosis. Solo lloraba y decía Lito se va a morir, Lito se va a morir.

La gorda, al ver que nadie lo ayudaba, se inclinó con su pie adolorido hacia un lado a mi primo y lo volteó para un costado.

Sácale la lengua con los dedos para que no se atore – gritaron de entre la multitud.

No, eso solo va producir que se haga más daño, créanme ya he pasado por esto antes.

La gorda levantó un poco la cabeza de Lito y le susurraba al oído  Tranquilo amigo, todo va a estar bien, respira, solo trata de respirar, trata de respirar, respira amigo, respira. Pronto sentirás como el aire te calma, respira amigo respira.

Carlos poco a poco empezó a calmarse, y sus piernas y pecho dejaron de temblar.CALLE LAS PIZZAS

No me había dado cuenta que habían parado la música y una luz tipo semáforo iluminaba la escena donde la gorda y mi primo estaban. Roja, azul, amarilla y verde. Roja, azul amarilla y verde.

Todo paso en exactamente 17 minutos. Desde que Litos cayó y los bomberos llegaron. Fue ahí que entendí porque nunca más debía llamar gorda o cerda  a Luisella, que  no importa que tan difícil o antipática te puede parecer una persona. Que si no fuera por ella mi primo quizá ya no estaría conmigo. Que quizá su misión en la vida era salvarlo. Que quizá también todos tenemos una misión.