El enganche!

¡Agárralo huevón que pesa como mierda! -dijo Sandra.

Abracé a Jano como se reciben a los amigos borrachos cuando llegan ebrios y empecé a llevarlo a su cuarto. Pesaba como una tonalada el marrano.

– ¿Te ayudo?, preguntó Camila

– Tranquila no te preocupes- le dije

– Nada, normal, te ayudo.

 

¡Apúrate Piki!- dijo Sandra – que quiero volver abajo.

¡Espérate un toque!,  ¡no ves que está mal!- gritó Camila.

De cierta forma me gustó cómo le respondió a Sandra. No parecía como el resto de sus amigas que hacían absolutamente todo lo que Sandra les decía. Además en ese momento me miró y volvió a sonreír. (Realmente me gustaba esa sonrisa)

Entramos al cuarto de Jano y sin importarme nada lo tiré a su cama como cayera. Se golpeó un poco la cabeza con la punta de la tarima, pero como estaba tan borracho solo dijo un agotado

¡Auuu conchesumare…!

Camila y yo nos miramos a los ojos  por dos segundos,  tratando de aguantar la risa pero no lo logramos.  Empezamos a cagarnos de risa en silencio tratando de no hacer mucho ruido para no despertar al gordo y salimos del cuarto. Fue como un instante de complicidad de esos que te conectan con alguien y después no olvidas nunca. Algo que solo entienden los que lo han pasado.

– ¿Y uds. de qué se ríen?- preguntó Sandra. Ni se conocen y ya se ríen como patazas. !Vamos de una vez Piki!

– No me digas «Piki» Sandra, ¡lo odio!- dijo Camila.

– Ya, ya, vamos.

Ya que me despertaron, voy con uds. pes – les dije.

!Sí vamos¡ – dijo Camila.

No, no, no, respondió Sandra, no vaya a ser que termines borracho y agarrándote putas como el otro tarado…

¡Que no era puta, mierda!!! -grito Jano desde dentro del cuarto con esa voz de borracho necio. !INDIRA TE AMO YA VOY! YA ESTOY RECUPERANDO MI FUERZAA!!

Nos reímos todos un poco.

Ya, ya, vámonos rápido antes de que quiera salir el gordo, dijo Sandra.

Salimos todos.

 

(continua mañana. Ya lo escribí…)